lunes, 7 de noviembre de 2011

Orquídeas.

 Pareciera que la noche se hubiera dedicado a dibujar y desdibujar el contorno de sus ojos, ojos de esbozo, apenas ya dos tachones de tinta sobre papel mojado. Pareciera que la boca, aquella boca vieja suya, se hubiera desprendido como una costra seca, dejando entrever el principio rosáceo de una nueva, descolorida huella de un beso de pintalabios. Aún llevaba la tristeza enmarañada en el pelo, la luz, huyendo de la polilla, sentada en aquel autobús que avanzaba como un bostezo, silencioso y lento. Y es que hubiera jurado que la culpa libraba los domingos por la mañana y que el veneno no sabía tan bien. Que los verdugos no cambian las flores de las tumbas, que las tarántulas no sentían compasión. Pero allá fuera hay asesinos pidiendo disculpas mientras hunden en la carne el puñal, hay manostijeras buscando caricias y almas de doble filo, que calman la herida con la fría hoja del cuchillo, ese mismo que la herida causó. Al final, el beso de Judas no fue un acto de odio, fue un acto de amor.

sábado, 13 de agosto de 2011

S'IL TOUS PLAÎT:

Por favor, dejar las comidas light, las bebidas light, los amores light. Dejar de vivir una vida light. Porque la falta de pasión, quizás alargue la vida, pero no la hace más intensa.

lunes, 1 de agosto de 2011

Breve retrato veraniego:


Se las ató con fuerza, en un beso de velcro, aquellas sandalias, prestadas, pesadas, pasadas de moda. Con aquellas jaulas de goma en los pies se adentró en el mar, y la arena se adentró en su bañador, y las olas, esos tentáculos de espuma, le lamieron de arriba a abajo, de abajo a arriba, con lentos lengüetazos salados. Como un animal que lava a sus crías. Se quedó largo rato flotando, mirándose los pies, las uñas, de aquel rojo descascarillado que tanto le recordaba a las costras de pintura blanca que se desprendían de la piel de las casas de la playa. Continentes irregulares que habían ido a parar a las paredes y que ella recorría con la mente, siguiendo el curso de las grietas con el dedo, acariciando la porosa, la áspera superficie, tal y como ella anhelaba que le acariciasen. Así pues, mientras las corrientes marinas resoplaban y susurraban en algún idioma para el humano común aún incomprensible, ella imaginaba que una lengua invisible, lamía con avidez el camino que la línea alba marcaba, y despacio, ¿qué prisa había? ,desembocaba, en la oscura profundidad de su ombligo, arrastrando consigo toda las esencias secretas, bajo su piel tiempo atrás sepultadas.


Fotografía de Chema Madoz

miércoles, 15 de junio de 2011

Los tachones también cuentan historias.

No me desprendo del trozo de papel higiénico pegado a mi zapato para no olvidar nunca lo que cagué. Celebro el día de los cristales rotos en mi conciencia, ya rompí con el martillo de la indiferencia la misma y estúpida piedra, con la que tropezar una y otra y otra vez. Pedí muchas veces perdón pero a muy pocas personas, y ante todo, me perdoné, todos los pecados cometidos y por cometer...que hay tantos socabones ahí fuera donde meter el pie.

15M

Las piedras de la corrupción y la injusticia golpearon el tejado de la paciencia ciudadana. De entre los boquetes del techo, bajó una lluvia, que como una ducha fría, gota a gota, como la gotera que golpea al preso hasta volverle loco, hizo fermentar las ideas de Revolución en las mentes evolucionadas. Era el tic tac frenético del despertador social el que no les dejaba dormir. Así empezó el plan, en un boca a boca de bocas, hambrientas de sensatez y sedientas de un poder sensato. Pero no hay ningún poder sensato, el poder vuelve demente al más cuerdo y de las primitivas ideas de solaridad crece, como un tumor en el cuerpo democrático, el egoísmo camuflado. Aquellos que ven una oportunidad en un cambio para cambiar aquello que nada tenía que ver. Así es como se pierde el rumbo, como el plan se torna difuso y las ideas esenciales parecen ser ahogadas entre tantos proyectos externos. Las propuestas antitaurinas, veganas, feministas... todas ellas sin excepción, merecen ser cabiladas y aceptadas, pero, ¿Qué tienen que ver estas con la Democracia Real? Estamos perdiendo de vista el objetivo primordial, mezclando el trigo con la paja y alejándonos del Deseo, con mayúscula, que tratabamos de realizar:
El sistema ha de cambiar.

martes, 10 de mayo de 2011

Si tragas pero no muerdes...

Guerra Civil española


Los hombres bajitos y furiosos, rogaron silencio manoseando el gatillo. "Dios da una boca y dos orejas" dijeron, y los hombres con alma de gallina cerraron el pico y replegaron las alas, pues desde siempre es sabido, que es más fácil atarse las cuerdas vocales con el beso de un cañón en la espalda.  Sólo el hombre con alma de pájaro carraspeó al alzar la cara. Castañeaban sus rotulas con el ruido hueco de los huesos secos que golpean los tambores de algun sacrificio tribal, y aunque la sangre corría atropelladamente por sus venas, cuando habló, su voz fue parsimoniosa, como quién dicta una sentencia. "Si bien Dios nos da una boca y dos orejas, para callar, para escuchar, para servir,  también nos ha dado 32 dientes para morder, la mano que si bien nos da de comer, no nos ha quitado este hambre de libertad y esta sed de justicia" dijo. Con las picaduras de diez mil abejas ardiéndole en la cara,  pues sólo su voz pudo esquivar las balas.

viernes, 6 de mayo de 2011

Desvario lúcido

Soy capaz de razonar como es debido y de sumar y restar prescindiendo de los dedos, pero he sido incapaz de comprender durante largo tiempo esto: No soy las palabras que escupo a la cara de mis enemigos ni tampoco los consejos y las palabras de aliento que pueden envolver el dolor de mis amigos. No soy lo que dicen y piensan sobre mí, pues ni siquiera soy lo que yo misma digo y creo sobre mí. No soy nada de lo anterior y posiblemente no sea nada de lo que pueda ser descrito posteriormente. No soy mis miedos, no soy un cuerpo, ni tampoco soy un conjunto de ideales. No soy el dolor, la rabia y la venganza que pueda albergar dentro y disto mucho de ser todo el amor que haya almacenado, pues contraria a la idea que germina en nuestra cabeza desde la infancia : no somos el amor que recibimos, no somos o no somos respecto al afecto que se nos es procesado, por encima de la capacidad de ser amados, está la capacidad no sólo de amar, sino de amar bien, de amarte bien, de hacer las cosas con y por amor. Somos, a fin de cuentas, el amor que damos, que es el único y realmente verdadero.

Like a straw dogs.

Perros de paja, 1971 

No sé a quién temer más, si a aquel que empuña la pistola o a aquel testigo que se muestra impasible ante el disparo. ¿Es peor la indiferencia ante la violencia o la violencia en sí misma? Ya nadie parece perder el apetito ante los telediarios del mediodía, y es ese deje monótono en la voz de los presentadores el que me produce más frío que la hoja del cuchillo que mató a esa mujer. La violencia es el pan de cada día, lobotomizados por la televisión que nos muestra la violencia más brutal como un cuento de niños, las historias para no dormir ya a nadie quitan el sueño. Pues estamos inmunizados ante la muerte, la tortura, el sufrimiento. Nos han bombardeado día día la mente con imágenes crudas, crueles, que ya nos parecen totalmente normales, no gran cosa. ¿No es acaso esto lo que nos convertirá en auténticos monstruos? ¿Desde cuando la compasión es la enunciación educada de un "qué pena" o un "cómo está el mundo" que antes del café ya habrá sido digerido y olvidado? Si ya el hambre, la miseria, las guerras, los gritos, las costillas salientes, los huesos rotos, las narices partidas, los miembros amputados, las moscas, las torturas, los secuestros, los moratones, las enfermedades y toda esa retahíla que desfila en la pantalla de nuestras casas, no nos inmuta... habremos perdido para siempre el derecho de ser llamados seres humanos.


miércoles, 30 de marzo de 2011

Chamaeleonidae.

Camaleón Parson
Los camaleones gustan a todos, pero dentro de ese "todos" el noventa por ciento serán ninguno y el diez por ciento restante serán cualquiera. Despojándonos de nuestros atributos naturales no hacemos otra cosa que obstaculizar el tamiz que es nuestra personalidad, pues es capaz de separar lo valioso de lo prescindible. Cada uno tiene un tamiz dentro y aquellos con tamices más inusuales, aquellos con tamices raros, tendrán los agujeros más pequeños. Pocas cosas dejarán pasar las oberturas, pero aquellas que pasen, aunque no serán muchas, serán sin duda las mejores. Cuida de tu tamiz, pues en esta sociedad donde se miden más las amistades por la cantidad que por la calidad, que existan tamices tan selectivos, y tres o cuatro que pasen sin problemas por ellos, no es una suerte, sino una bendición.


Memoria a largo plazo.

Al fin y al cabo, no hay que perder el tiempo tratando de borrar la tinta indeleble, que ni la lluvia arrastra. Las vidas que dejamos atrás pueden diluirse, desaparecer, ocultarse o enterrarse... pero no perderse del todo. Nada se olvida, sólo tenemos que limitarnos a escribir encima.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Las cifras no mienten pero las personas sí.

Fotografía de Elliot Erwit

Los medios tratan a las personas como porcentajes, y en todo ese panfleto sobre la objetividad y la generalización se van perdiendo una a una las identidades, que no son lo mismo que los documentos de identidad. Todo queda reducido a dígitos fríos y matemáticos, a simples números, porque al fin y al cabo ¿quién pueden sentir pena por un número? Los números son números y la pena, la pena, la pena es eso, un donativo para la conciencia. 
"Qué pena" y a dormir tranquilos.

"No hay peor ofensa que la indiferencia" - Anónimo.

Bien podríamos alienarnos, remodelarnos, prefabricarnos a partir de la masa humana que somos, y ser, un día, cualquier cualquiera que camina por la calle con gesto tranquilo. Es cierto que en ese intento perderíamos nuestros rasgos distintivos, y no puedo evitar pensar que estariamos hechos de pedazos diminutos, aunque desde fuera el conjunto pareciese bien cohesionado. Bien podríamos cubrir nuestros errores y defectos con masilla, y no sólo eso, vaciarnos y llenarnos de nuevas actitudes, aunque estas no sean más que las actitudes de todos esos cualquieras que se rozan levemente contigo en el metro. Quién sabe, quizás nos fuese mucho mejor así, estando disfrazados, camuflados la mayor parte del tiempo. O quién sabe, quizás esto sólo esté reservado para unos cuantos cualquieras, que se sienten tremendamente cobijados bajo el ala de la monotoneidad social, y no se han planteado, y posiblemente no se plantearán jamás, si quién anhela resultados diferentes, habrá de ser diferente, puesto que para algunos la indiferencia es el peor bálsamo donde se podría caer.



Se pone punto y final para seguir en un nuevo párrafo.



A veces es necesario escurrirse la cabeza, realizar la más pequeña proeza y sentarte a hablar sin parar,  por los codos, por las rodillas, por las orejas. 
A veces es necesario esto, soltarlo todo, soltarte toda. Vaciarte entera y llenarte, poquito a poco, a pequeños soplos, de todas aquellas cosas, que hacen que esta vida valga la pena.

EL BRUXISMO DE LAS PUERTAS.

No fue un portazo, digno del cuchillo de un carnicero o de la más afilada guillotine, lo que cerró la puerta de chapa barata. Más bien la fuerza de un soplo de aire, provocada por un cuerpo al moverse, hizo que la puerta se cerrase, con un chirrido infame, de gato erizado, de rechinar de dientes. Cuando la puerta se cerró, la luz, tenue pero insinuante, persistió por debajo de la puerta: una fina raya de deseperante esperanza, el alimento perfecto para velar los recuerdos. Cuando la puerta se cerró, acto seguido se abrió la ventana, que rápidamente fue cerrada, sellada y entablada, con el material férreo de quién se aferra a la desgracia. Cuando la puerta se cerró, acto seguido se abrió y se cerró la ventana abierta, pero eso no impidió que los pestillos vibraran, las cortinas bailaran y los tablones, ya podridos y llenos de moho, chillaran. Cuando la ventana se abrió...
al fin, entró la vida, tan ruidosa como siempre.

A esos

A esos que buscan partir desde el kilómetro cero, 
a esos que untan el pasado con gasolina y piden fuego, 
a esos que arrancan las páginas de las libretas,
y que todos los lunes por la mañana empiezan, 
a esos, improductivos indisciplinados, 
que hacen trozos del día de hoy, 
y después, encima, 
no saben que demonios hacer con los pedazos.

domingo, 16 de enero de 2011

El harakiri de la autocompasión.

Desde el principio de mi corta existencia, la llamada ambición está catalogada como defecto. Las personas ambiciosas siempre acaban mal en los culebrones. Aquellas que buscan más dinero, más poder, más amor, en definitiva más, son la figura malvada en la trama de la historia. Sólo aquellas figuras débiles, y socialmente afeminadas, aquellas que no hacen otra cosa que compadecerse, aquellas que no buscan nada de la vida y son extremadamente conformistas, sólo aquellas, gracias a un repentino golpe de suerte, pasan de desgraciadas a felices en un abrir y cerrar de ojos. Nos hemos convertido en una sociedad de lotería y hadas madrinas donde aquellos que buscan la felicidad, o más bien, una felicidad diferente, son juzgados de antemano. Porque la felicidad parece claramente establecida para todos igual y todos parecen decididos a tomar el mismo camino para encontrarla. Piensan que todos ambicionamos lo mismo y cuando lo tenemos, debemos estar rematadamente locos para no ser felices. Ignoran que detrás de una persona que carece de ambición, está una persona que estará dispuesta a conformarse con las cartas que le hayan tocado, una persona que realmente creerá que es feliz y que no merece otra cosa (cuando en realidad, no sé que criterio se aplica para determinar si una persona merece algo o no.) Una persona que realmente se quiere tan poco como para hacerse eso. Ignoran que detrás de una persona ambiciosa, se esconde alguien que realmente buscará más, se hará más daño. Pero que no se parará a lamerse las heridas.

Cat Power - Sea of love



Ella, ni corta ni perezosa, se rehacía cada día después de deshacerse cada noche. Siempre era igual: se despertaba moteada de luz, luz que se filtraba por las persianas como por un colador, y así, con todas esas lucecitas deslizándose, danzando por su cuerpo, se recomponía. Siempre era igual: se dibujaba los contornos que por la noche habia perdido, que habian acabado siendo temblorosos, como trazados por un niño, como el horizonte del desierto en un día caluroso...

Desenrosca, atornilla

En nuestro olvido como mecanismo de defensa, glorificamos el pasado para poder quejarnos a gusto del presente, y en ese empeño de comparar lo malo nuevo y lo bueno viejo, borramos una a una todas las cosas malas del año que muere. Sólo lo bueno queda, lo demás se desvanece. Frente a la incógnita que supone el futuro, fabricamos nuevos recuerdos, enterramos a los muertos, lavamos los trapos sucios y limpiamos a conciencia el archivo de nuestra memoria. Porque en realidad el 1 de enero no se cambia de año...se cambia de cabeza.


 
(Escrito el 1 de enero a las 18:42)

"No lo coge"

Lo peor era escuchar los teléfonos móviles. Sí, sin duda eso era lo peor. Con esas musiquitas pegadizas, electrónicas, dinámicas, producto de politonos televisivos y modas efímeras. La vida tiene algo de eso, de dinámica, de electrónica, de pegadiza. Algo de televisiva. Demasiado de efímera. Lo peor era escuchar los teléfonos móviles, sin duda, sonando en los bolsillos de las chaquetas de los cuerpos inertes, en los bolsillos de los pantalones, en los bolsos, en las manos flojas de aspecto compasivo. Lo peor era escuchar los teléfono móviles, con novias, madres, padres, hermanos, abuelos, primos, amigos, teleoperadoras al otro lado. 
Al otro lado de la muerte.