Vivimos entre espejismos de lagunas en el desierto. Vemos brillar objetos opacos y nos parece espectacular lo que tan solo es mediocre. Vivimos de espejismos, pero quizás sea esa la clave, ver donde no hay, buscar, empeñarse y encontrar, cuando uno menos se lo espera, agua de verdad. El agua que nos lave el corazón, que apague nuestra sed y nos devuelva, al fin, a la vida.
Nubes de fuego en el atardecer de Denia. |
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