A veces es necesario escurrirse la cabeza, realizar la más pequeña proeza y sentarte a hablar sin parar, por los codos, por las rodillas, por las orejas.
A veces es necesario esto, soltarlo todo, soltarte toda. Vaciarte entera y llenarte, poquito a poco, a pequeños soplos, de todas aquellas cosas, que hacen que esta vida valga la pena.
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