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Guerra Civil española |
martes, 10 de mayo de 2011
Si tragas pero no muerdes...
viernes, 6 de mayo de 2011
Desvario lúcido
Soy capaz de razonar como es debido y de sumar y restar prescindiendo de los dedos, pero he sido incapaz de comprender durante largo tiempo esto: No soy las palabras que escupo a la cara de mis enemigos ni tampoco los consejos y las palabras de aliento que pueden envolver el dolor de mis amigos. No soy lo que dicen y piensan sobre mí, pues ni siquiera soy lo que yo misma digo y creo sobre mí. No soy nada de lo anterior y posiblemente no sea nada de lo que pueda ser descrito posteriormente. No soy mis miedos, no soy un cuerpo, ni tampoco soy un conjunto de ideales. No soy el dolor, la rabia y la venganza que pueda albergar dentro y disto mucho de ser todo el amor que haya almacenado, pues contraria a la idea que germina en nuestra cabeza desde la infancia : no somos el amor que recibimos, no somos o no somos respecto al afecto que se nos es procesado, por encima de la capacidad de ser amados, está la capacidad no sólo de amar, sino de amar bien, de amarte bien, de hacer las cosas con y por amor. Somos, a fin de cuentas, el amor que damos, que es el único y realmente verdadero.
Like a straw dogs.
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Perros de paja, 1971 |
No sé a quién temer más, si a aquel que empuña la pistola o a aquel testigo que se muestra impasible ante el disparo. ¿Es peor la indiferencia ante la violencia o la violencia en sí misma? Ya nadie parece perder el apetito ante los telediarios del mediodía, y es ese deje monótono en la voz de los presentadores el que me produce más frío que la hoja del cuchillo que mató a esa mujer. La violencia es el pan de cada día, lobotomizados por la televisión que nos muestra la violencia más brutal como un cuento de niños, las historias para no dormir ya a nadie quitan el sueño. Pues estamos inmunizados ante la muerte, la tortura, el sufrimiento. Nos han bombardeado día día la mente con imágenes crudas, crueles, que ya nos parecen totalmente normales, no gran cosa. ¿No es acaso esto lo que nos convertirá en auténticos monstruos? ¿Desde cuando la compasión es la enunciación educada de un "qué pena" o un "cómo está el mundo" que antes del café ya habrá sido digerido y olvidado? Si ya el hambre, la miseria, las guerras, los gritos, las costillas salientes, los huesos rotos, las narices partidas, los miembros amputados, las moscas, las torturas, los secuestros, los moratones, las enfermedades y toda esa retahíla que desfila en la pantalla de nuestras casas, no nos inmuta... habremos perdido para siempre el derecho de ser llamados seres humanos.
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