martes, 12 de octubre de 2010

De cómo no ser una tortuga en un estanque.


Huyo de una existencia suave, una existencia blanda. Nada me da miedo, salvo vivir aceptablemente. Corriente, sería el último adjetivo con el que me gustaría adornar mi vida. Me niego a lo insípido, incoloro, inodoro, pues es el principio de lo inexistente. Nunca me gustó demasiado el prefijo "in", al igual que pienso que hay algo terrible en la palabra decente. El equilibrio está infinitamente sobrevalorado, el equilibrio es igual a la muerte, pues no hay ser más equilibrado con la Tierra que un cadáver. Porque la vida a de ser eso, un baile al borde del precipicio, un desequilibrio constante. No busco la felicidad estable, permanente, hay algo mágico en lo efímero, en lo pasajero. Lo especial se extingue si se trata de amarrarlo a un puerto,al igual que el alma se pudre en el agujero del pecho. Yo quiero un alma nómada, un corazón viajero. Quiero la curiosidad de un niño y la inquietud del preso. Huyo de una vida correcta, de un pensamiento neutro, de unos sentimientos descafeinados. De una vida que de tan normal, pueda resultar tóxica.

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