viernes, 24 de septiembre de 2010

Dicen que las mujeres queremos por los oídos...

Pues habríamos de dejar todas de querer por los oídos. Yo ya no me nutro de palabras que parece que ya han sido dichas. Palabras, promesas y elogios de esos que hacen encoger el corazón de una chica, que llenan el pecho pero después se deshinflan enseguida. Ya no camino rumiando palabras, ya no espero el autobus, veo la televisión y me cepillo los dientes pensando en lo que dijeron o pudieron decir. Porque he decidido no enamorarme de palabras sino de personas. El amor no es un mitin político. Así que no malgastemos las palabras verdaderas y empecemos a querer con los cinco sentidos. Apreciemos el olor que desprende el cuello de la persona que queremos (que es un olor que no se parece a nada), apreciemos el tacto de la piel bajo nuestras manos, el color cambiante del pelo y los ojos bajo diferentes luces y el sabor de cada persona (que no se parece tampoco a nada). Y disfrutemos de una vez, del silencio menos incómodo del mundo, ese silencio entre dos personas donde lo único que se logra escuchar es la respiración del otro. Y te aseguro que cuando oigas ese silencio, verás que todas las palabras bonitas que te hayan podido decir, saben a poco.


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