jueves, 23 de septiembre de 2010

A ciegas


Todas y cada una de las religiones de este mundo tienen base en la necesidad de los seres humanos de creer en algo. Lo que los religiosos llaman "fe" no es más que esperanza camuflada, no es más que unas manos buscando a tientas el interruptor de la luz en un cuarto oscuro. No es más que hacerse creer a uno mismo que todo marchará bien, incluso cuando las estadísticas, la baraja, el horóscopo, los señores del tiempo, los periódicos y demás, dicen todo lo contrario. Creer en algo no está mal, hay toda una variedad de dioses en los que creer y en los que depositar las esperanzas. Muchos cepillos de la Iglesia se llenan con las monedas de aquellos, que acuden a la religión en busca de unas palabras de aliento, un hombro blando y una mano (invisible por cierto) que les guie, que les levante, que les sostenga. Creer en algo no está mal, pero no entiendo a aquellos que creen en Dios (en alguno de todos los que hay) y no creen en las personas. ¿Por qué esa fe ciega en algo que no está al alcance de la mano? ¿Qué hay de las personas? ¿Por qué no creemos de una vez unos en los otros? ¿Tan difícil es apoyarse en el de tu lado con los ojos cerrados y sin dudas? Enserio, ¿tan difícil es confiar en las personas, en algo de carne y hueso? ¿Tan difícil es entender, que si tu todopoderoso no te abandona, es sencillamente porque nunca ha estado aquí, que no está en todas partes, simplemente porque no está en ningun lugar? No existe, y es más sencillo confiar por eso, porque si no existe... 
¿cómo nos traicionará?


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